En un principio fue denominada Thalavo, Tanavo y Toambo, aunque la versión histórica más creíble es la que asocia su topónimo a la raíz latina “tumulus” o la griega “tumbos”, que hacen alusión a su forma circular y elevada a modo de monte sepulcral, de ahí que alguien quisiera asociar esta peculiar característica para decir que Tambo es la transformación que el nombre “Tumba” pudo haber tenido en el tiempo.

Además de esta teoría, existen estudios que sostienen que existió en la isla un altar pagano construido como culto hacia el Dios Tomeóbrigo, e incluso un templo dedicado a Neptuno.

Los primeros indicios de habitación de la isla se encuentran en su zona más elevada, donde existen restos de un asentamiento castreño de la Edad de Hierro.

La primera fundación monacal data del siglo VI, llevada a cabo por San Martin Dumiense, una ermita que sería transformada en monasterio por San Fructuoso, vinculado al convento benedictino de San Xoán de Poio.

Luego se convierte en priorato bajo la advocación de Sta. María de Gracia. Su imagen fue tirada al mar por el pirata Francis Drake en 1589, que arrasó con el asentamiento benedictino de la isla. La imagen fue recogida por los pescadores de Combarro que la escondieron entre sus redes y más tarde construyeron un santuario en el lugar de A Renda, donde todavía hoy se le rinde culto.

La isla cuenta incluso con su propia leyenda, la de Santa Trahamunda, una novicia muy guapa que fue secuestrada en un ataque de los moros, según algunas fuentes por Abderramán I, y otros por su segundo nieto de Abderramán II. Llevada a Córdoba para unirse al harén, por su negativa fue encerrada en la cárcel durante once años.

Según la leyenda, el 23 de junio pidió a Dios encontrarse en Poio al día siguiente, día de San Juan Bautista. Un ángel le dio una rama de palma, con la que viajó a Galicia. Más tarde, plantó la palma cerca del monasterio de Poio, donde germinó y se mantuvo hasta el siglo XVI.

Su tumba, de estilo suevo, se conserva en la capilla del monasterio de Poyo.

En el siglo XVIII se reedifica la ermita existente y se dedica a San Miguel (devoción de los marineros).

En el siglo XIX se constituye un lazareto para cuarentena de tripulantes o pasajeros que pudieran padecer enfermedades contagiosas y que llegaban al Puerto de Marín.

Se pone en servicio en 1865 y funcionó hasta 1879, año en el que fue clausurado debido a las protestas de los pontevedreses, siendo trasladado a la isla de San Simón, en la ría de Vigo, debido al auge de la ciudad en aquella época.

Poco después de esto, en el año 1882, los católicos protestantes de Marín y Seixo usaron la pequeña cala de la Isla para bautizar a los nuevos creyentes de la comarca de O Morrazo. La ley en vigor prohibía manifestaciones públicas de cualquier religión diferente a la del Estado. Se desplazaban de noche a Tambo ya que estaba deshabitada para realizar los bautismos y evitar denuncias de sus oponentes.

La isla fue de uso castrense desde mediados del siglo XX hasta 2002, cuando quedó oficialmente desmilitarizada. Entre las instalaciones militares había un polvorín subterráneo de la Marina, hoy abandonado y en ruinas. Tiene varias casitas en la costa norte, alguna barraca y la casa del oficial donde se alojaba el oficial asignado a la patrulla de vigilancia de turno encargada de custodiar la isla.

La isla cambió de propietarios en múltiples ocasiones. A finales del siglo XIX las autoridades demandan una concesión oficial. Los señores Montero Ríos y García Escudero que había una parte de la Isla tras la desamoritzación) ceden los terrenos para la construcción de una penitenciaría.

En la actualidad pertenece al ministerio de Defensa. Con la llegada de la escuela naval a Marín, la isla se convierte en arsenal y almacén de pólvora, e incluso en la década de los 50 hubo un intento de construir una pista de aterrizaje para aviones militares

La isla ha sido de uso castrense desde mediados del siglo XX hasta 2002, cuando quedó oficialmente desmilitarizada. Tiene varias casitas en la costa norte, alguna barraca y la casa donde se alojaba el oficial asignado a la patrulla de vigilancia de turno encargada de custodiar la isla.

Una vez que se dejaron de realizar en ellas actividades militares es reclamada por los comuneros de Combarro, vecinos y el Concello de Poio que solicitó a la Xunta de Galicia su inclusión en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas

Esta isla se puede visitar, solo durante dos fechas el 31 de julio y el 7 de agosto, excursiones organizadas por la Asociación Cultural Recreativa e Veciñal de Combarro y por la Comunidad de Montes Rega dos Agros. Durante la última visita participaron alrededor de 1.000 personas .

Es conveniente que las administraciones competentes lleguen a un acuerdo para garantizar su protección y se permita facilitar el acceso a todos los vecinos así como nuestros visitantes para disfrutar de esta isla

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